lunes, 28 de octubre de 2019

¡La Inteligencia Enoturistica ya está aquí!

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
En el panorama actual del turismo y, específicamente, del enoturismo, hablar de inteligencia enoturística se está poniendo de moda, pero dejar claro que no se trata simplemente de recopilar datos sobre cuántos visitantes llegan a una bodega o cuántas botellas se venden, sino que debe ir más allá, transformando esa información en conocimiento accionable que permita a los actores del sector tomar decisiones estratégicas. La inteligencia enoturística implica la capacidad de una comarca, un marco enoturístico, un destino o una empresa para comprender en profundidad las necesidades, deseos y comportamientos de sus visitantes y potenciales clientes, así como para analizar el entorno competitivo, las tendencias emergentes y los factores que influyen en el desarrollo y la sostenibilidad de la actividad. Esta visión integral se alimenta de diversas fuentes. Por un lado, están los datos "duros": las cifras de ocupación, las ventas por canal, la estacionalidad, los mercados de origen de los turistas. Pero, por otro, y quizás más valioso, se encuentra la información "blanda": las opiniones y reseñas en redes sociales y plataformas de viaje, las preferencias de experiencias, las motivaciones subyacentes de la visita, las percepciones sobre la calidad del servicio o la autenticidad de la propuesta. La verdadera inteligencia surge al conectar estos puntos, al interpretar no solo lo que ocurre, sino por qué ocurre y qué implicaciones tiene para el futuro.

La aplicación de esta inteligencia va a ser vasta y previsiblemente transformadora, permitiendo diseñar ofertas de enoturismo mucho más personalizadas y relevantes, creando experiencias memorables que resuenen con los distintos perfiles de enoturistas. Las bodegas pueden optimizar sus estrategias de marketing y comunicación, dirigiéndose a los segmentos adecuados con mensajes específicos y a través de los canales más efectivos. Los destinos enoturísticos, por su parte, pueden identificar oportunidades de desarrollo, mejorar su gestión de flujos de visitantes, invertir en infraestructuras adecuadas y anticiparse a los cambios en la demanda. Además, facilita una gestión más eficiente de los recursos, contribuyendo a la sostenibilidad económica, social y ambiental del territorio. Todo esto se va a lograr mediante la implementación de herramientas y metodologías que van desde el análisis de big data turístico hasta la inteligencia artificial (IA) para predecir tendencias, pasando por sistemas de gestión de relaciones con el cliente (CRM) adaptados al sector. Se trata de una aproximación proactiva, que sustituye la intuición por la evidencia, la reacción por la anticipación. Implica un cambio de mentalidad, donde la recopilación y el análisis continuo de información se integran en el día a día de la gestión, permitiendo una adaptación constante y una mejora continua.  Fuente de la imagen: mvc archivo propio.