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Fuente de la imagen: mvc archivo propio |
Su cuerpo, acidez bien definida y complejidad permiten disfrutarlo en su totalidad. El vino madura durante más de 17 meses en barricas de roble[1]. Al servirlo, se despliega un abanico aromático cautivador, donde predominan la cereza negra, los arándanos secos y un elegante toque tostado de cedro. En boca, el vino se muestra concentrado, con sabores aterciopelados a frutos rojos como cereza y frambuesa, entrelazados con sutiles notas especiadas.
La fruta, madura, intensa y de gran concentración, se funde con taninos finos y sedosos, que aportan estructura y elegancia. En cuanto a la acidez, presente pero perfectamente integrada, asegura un equilibrio armonioso, aportando frescura y vivacidad. El final, largo y persistente, deja una huella imborrable, invitando a reflexionar sobre la complejidad y la armonía de este gran vino. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1] Combinando un 75% de roble francés y un 25% de roble americano. Un aspecto notable es el esmerado programa de selección de barricas, donde cada lote se empareja con el tipo de roble que mejor realza sus cualidades.