Aprovechando la visita de unos amigos, versados en el vino, ayer decidí incorporar al menú dos tintos jóvenes, que no había tenido la oportunidad de saborear: Descalzos Viejos 2007, de la bodega Descalzos Viejos, y un Aguilares 2007, del Cortijo Los Aguilares.
El primero sigue en la tónica del 2006, si bien el verano de 2007 fue más fresco. Syrah, Merlot y un poco de Garnacha, color cereza, intenso en nariz y acidez, tanino y coronado alcohol en boca.
A los invitados, que son los entendidos, les gustó. A mí no me disgustó, lo que pasa es que para el copeo lo considero con mucho alcohol (15 grados). Para tranquilidad de Paco, soy aprendiz, aunque tengo previsto apuntarme a un curso de cata.
Luego, seguimos con el vino joven de Los Aguilares, con un coupage de tempranillo y merlot. Los diestros expresaron que estaba un poco flojo, corto en nariz y en boca. A mí, me atrapó mejor, quizás por su acidez, su suave graduación, … No sé, pero sobre gustos soy muy torpe escribiendo.
Lo dicho, aprender a catar; nunca es tarde y algo se me quedará en la materia gris, escasas y escuálidas neuronas que habitan a sus anchas en la mollera y que de vez en cuando, para que sigan interconectando proactivamente, hay que extasiarlas con un sorbo emocional de buen vino.