En torno al Enoturismo

Fuente de la imagen: mvc archivo propio
Desde hace un tiempo, estoy escuchando en mi ámbito de relaciones profesionales, empresariales e institucionales hablar del “enoturismo”. No me extraña que los “presuntos expertos”, advenedizos y temporeros de la viticultura, la enología y el turismo construyan “mensajes vacíos” jugando con las palabras turismo y vino, vía artículos en revistas generalistas y especializadas, ponencias “magistrales” en entornos universitarios o docentes, opiniones “versadas” en tertulias y entrevistas… Pero sí me sorprende que algún que otro verdadero versado en vinos o en turismo no esté a la altura del conocimiento profundo del término. La explicación que le doy a ese desconocimiento o divagación es que la propia doctrina sobre el enoturismo ha ido evolucionando “como los propios vinos”. Así, no hace mucho se conceptualizaba enoturismo como esas visitas a bodegas o viñedos (N. Macionis y otro[1]), que se hacía extensivo a eventos relacionados con el vino (ferias, congresos, exposiciones, certámenes…), donde la degustación de la bebida preferida del dios Dionisio y otras experiencias relacionadas directamente eran el principal banderín de enganche del turista, que entonces más que turista se le catalogaba como invitado, participante o, simplemente, visitante. 

En esa línea, se definía el enoturismo como un mercado turístico dirigido sólo a los amantes del vino, que la doctrina referenciada lo definía como estrategia de marketing de bodegas y otras instituciones vitivinícolas. ¿Es incorrecta esta definición? No es que esta percepción esté mal, de hecho, es la que más utilizan aquellos conjeturales expertos más avezados. Pero la considero simple o corta porque, en mi opinión, enoturismo va mucho más allá de la escueta ecuación entre consumidor (amante del vino) e industria (bodega) a la que pretenden reducir esos temporeros. Sí, me identifico más con la opinión de D. Getz y otros[2], en el sentido de tendencia turística apoyada no sólo en la ecuación antes citada, sino, también, en el atractivo y la influencia cultural, social y económica del vino, incluyendo la historia de las regiones vitivinícolas. Por lo anterior, una ruta del vino es un itinerario o camino a través de un entorno cultural vitivinícola donde el visitante ¿turista? disfruta de la geografía, la historia, la cultura, la economía, la sociedad… filosofía de vida construida alrededor del vino. Imagen incorporada con posterioridad; fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1]Macionis, N.; Hall, C. Wine tourism in Australia and New Zealand. In Tourism and Recreation in Rural. Areas;Wiley: Chichester, UK, 1998.
[2] Getz, D.; Dowling, R.; Carlsen, J.; Andersen, D. Critical Success Factors for Wine Tourism. Int. J. Wine Mak.1999.