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El típico color cereza púrpura en vista, evoluciona a, para mí, complicados aromas a frutas negras y toque de roble, configurándose pujante y armonioso en el sabor, con un suave regusto.
Lo maridamos con un conejo al salmorejo que preparó la tinerfeña Yaiza y que estaba de rechupete. Parte de este texto también se ha editado en el sitio de Manuel, bajo el título "El suave regusto me retornó a las laderas de la niñez".
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[1] Bodega Pago de Carraovejas. Peñafiel, Valladolid, España.