Ariyanas

Si eres follower de este sitio, conocerás mis costumbres culinarias de estas fechas, por la cantidad de referencias que he realizado acerca del bacalao en general (“Lomos de bacalao con puré de pisto”, “Bacalao castellano”, “Bacalao al pil pil”, “De desempleo y bacalao frito” o el longevo “Tortitas de bacalao al crujiente foro”) y del potaje de garbanzos en específico (“Globalización vs salarios”, “Hasta la coronilla”, “Intensidades” o “Cruce de caminos”). Pues bien, en esta mañana del contemplativo y recogido Domingo de Ramos, a riesgo de ser pesado, voy a escribirte nuevamente sobre el potaje de garbanzos con bacalao, receta que ya te dejé, allá por el año 2004, en el post “Garbanzos con bacalao”.

Y es que ayer, “como no tengo abuela”, te diré que me salió un guisado para rechupetearse los dedos (te dejo foto en el encabezado). Perdóname también la expresión, pero disfruté como un “cerdo en un charco” “ensamblando legumbres”, de lo buena que estaba la mezcolanza de garbanzos, acelgas, bacalao … al saborearlo todo con un Ariyanas, tinto ensamblaje de Bodegas Bentomiz. No me arriesgué con la conexión culinaria porque, como sabes por “Frutal, ligero y elegante”, el caldo combina tanto con pescado blanco, aves o platos de carne roja y verduras asadas. En lo que a la bodega se refiere, es un emocional emprendimiento de Clara Verheij y André Both, rescatando viñas inaccesibles, arraigadas en tierra pizarrosa de la comarca de la Axarquía (Málaga, España).